En el primer asalto todavía me quedaban fuerzas llego sin aviso y sabia a decepción. Me volvió trasparente y no gusto. Quizás algún reflejo te deslumbro.
En el segundo asalto me temblaban las rodillas pero rugió mi voz , olía a capricho decoro la sinrazón.
El tercero, sin fuerzas de llorar, con vértigos de tratar de entender y con mucha mucha sed ... sabia a final sonó el adiós.
Ahora si! que me seco las lagrimas y me hecho a volar.
Ahí te quedas con tu mente estrecha, con tus horizontes cuadrados, con toda la razón y libre de culpa. Yo voy a surcar cielos redondos, mares infinitos. Viajo sin equipajes no te guardo ningún rencor.
La diferencia es que tú te llenas de odio y yo lo vuelvo poesía.